20100816

SALGASE DEL POZO (Capítulo 6, segunda parte)

Después que haya clamado, como primer paso, ahora confiese.
La confesión en el sentido más amplio de la palabra, es el medio por el cual podemos abrir nuestros corazones y nuestras almas ante Dios. En la confesión usted le dice a Dios lo que está en su mente, le dice a Dios en que lío se ha metido, si hay alguien metida con usted, que la esta molestando, quien no la deja en paz o quien la ha herido. Incluso si piensa que Dios tiene la culpa de que usted esté en el pozo, confíeselo. Salmos 145:18 dice : “El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan de verdad”.

Ahora bien, lo primordial es confesar sus pecados. Al prepararse para salir del pozo, confiese cada pecado de sus propias acciones, palabras o pensamientos que cree contribuyeron a su derrota. Aún si otro la lanzó en el pozo, examine su corazón para ver si hay raíces de amargura o falta de perdón.

Pero luego de confesarnos debemos aceptar el perdón de Dios pues en 1 Juan 1:9 dice : “Si confesamos nuestros pecados a Dios, quien es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.

El tercer paso es consienta. Esto significa entender, aprobar y confiar en que Dios quiere que salgamos de ese pozo. Es esperar en Dios mientras El empieza a mover a empujar y a cambiar las cosas para su liberación.

Y ahora una recomendación muy importante, clame, confiese y consienta con la boca, usando su voz.

Su fé va a ser fortalecida cuando oiga su propia voz pronunciando las palabras de Cristo. Las Escrituras pueden usarse como oración, pues muchas veces nuestros retos son tan abrumadores que no podemos pensar en las palabras correctas que necesitamos en ese momento.Use por ejemplo los Salmos, y conviértalos en su oración personal.

Por último esté alerta:  El enemigo sabe que si puede hacer que usted deje de orar, podrá hacer que usted se quede en el pozo. De hecho, en los días en que se sienta más derrotada, más itimidada o rendida por su situación, considere mejor, en vez de no orar, hacer varias series de los pasos durante el día, involucrando la Palabra de Dios. Al enemigo nada le hace más daño que la espada del Espíritu y las Escrituras están definidas en la Biblia, como una espada de dos filos.

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