Usted puede saltar al pozo, esta es la tercera y última forma de quedar dentro de ese lugar oscuro, porque usted pude estar muy consciente de que está a punto de hacer lo incorrecto o insensato. Pero por cualquier motivo el deseo de querer hacerlo excede el buen sentido de no hacerlo.
Dice Beth Moore que ella ha saltado a unos cuantos pozos y no a va ser condescendiente en el tono que nos va a hablar en este capítulo, pues sabe que muchas cristianas alguna vez han saltado voluntariamente al pozo, en su trayectoria por esta vida.
Citando a Beth: “La única razón por la que no me quedé en el pozo, es porque después de muchas advertencias, Dios me lanzó tantas consecuencias devastadoras que casi me mata y logró de esta manera hacer que quisiera desesperadamente salir de ese lugar; tal y como dice Job 33:29-30
“Todo esto Dios lo hace
Una, dos y hasta tres veces
Para salvarnos de la muerte
Para que la luz de la vida nos alumbre”
Dios en su entrañable misericordia da muchas advertencias, tratando que evitemos caer en el pozo, pero es que en esos momentos no queremos escuchar las advertencias, queremos lo que queremos, así que nos tapamos los oídos con los dedos y …saltamos.
De las formas de introducirnos al pozo, ésta es la más grande y peligrosa porque está llena de consecuencias. Dios no puede ser burlado (Galatas 6:7-9), Dios mira atentamente lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos; El puede ver las intenciones de nuestro corazón. En 1 Crónicas 28:9 dice “El Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento”.
Los que saltan al pozo deben entender que no solamente tienen un corazón pecador sino que necesitan ser sanados, porque sus deseos son autodestructivos. No hay persona que necesite un doctor más que aquella que le gusta el veneno que la está matando.
Continuamos el capítulo en una próxima entrega
gracias
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