Capítulo 4
Cuando salta a un pozo (segunda parte)
Muchas veces escuchamos en nuestro interior una voz que nos dice “¿ Qué es lo que quieres, hija mía?”, “ ¿Cuáles son sus deseos secretos?”. Piense bien sobre estas dos preguntas y ponga esos deseos delante de Él. Dios puede sanar incluso a quien llegue a tener el más desastroso “querer”.
Pero Dios utiliza esas transformaciones de nuestros deseos en querer hacer su voluntad, para hacernos entender, poco a poco, que esas prohibiciones no son tal cosa, sino que el Señor siempre ha querido lo mejor para nuestras vidas, pues él sabe que una vez le demos rienda suelta a nuestros deseos sin control por parte de Dios, nuestra vida se volverá desastrosa y esto aplica a todos los ámbitos de nuestra vida.
Si Dios le prohíbe algo, mientras más pronto creamos y confesemos que es para nuestro bien, mejor vamos a estar.
Una relación o una persona que puede ser tentadora para nosotros precisamente porque es prohibida no es nada más que una puerta pintada decorativamente que sirve de entrada a un pozo grande y tenebroso. No importa que tan halagadora y atenta sea esa persona, si usted siente que esa amistad puede llevarla a una situación inmoral, aléjese, pues si no saltará directamente al pozo.
El “no” de Dios es un empujón rápido para alejarnos del pozo.
Tenga en cuenta que saltar al pozo se extiende más allá de los asuntos sexuales. El contexto es mucho más amplio, es cualquier cosa que Dios se toma la molestia de prohibir.
Finalmente Beth no dice: “Satanás me ha herido, pero no me ha devorado. Tal vez esté cojeando espiritualmente, pero gracias a Dios quien me sostiene y me urge a poyarme en él. Al menos puede caminar y usted también. Aléjese de ese pozo antes de que la mate.
gracias
ResponderEliminares importante no olvidar ni dejarnos convencer