Durante toda mi vida los libros han sido mis mejores acompañantes. Antes de ser creyente a través de ellos disfrutaba de las experiencias de otros y aprendía de las vivencias de sus autores. Luego de mi conversión sin duda el libro más importante es la Biblia, es mi fuente de referencia, el libro escrito por Dios, pero es innegable que los libros de autores cristianos han complementado mi formación y mi crecimiento espiritual. De todos los que he leído pocos han impactado mi vida como el libro de Jerry Bridges “Confiando en Dios aunque la vida duela”, pues es un análisis de la Soberanía de Dios, basado en versículos bíblicos, muchos de los cuales no había analizado a profundidad y que hacían referencia a la confianza que debe tener el cristiano en que Dios controla absolutamente todo lo que nos rodea.
Con este libro logré vencer muchos temores con los que había luchado durante años. El comprender que tenemos garantía de que Dios trabaja en todos los eventos de nuestra vida; de que es un Dios confiable aunque las circunstancias no lo muestren así y de que nada escapa a su control, me dio una de las herramientas más eficaces contra el miedo y la ansiedad que producen ciertas circunstancias y pensamientos en todos los seres humanos.
Estudiar Su Soberanía a través de un recorrido por La Palabra de Dios, nos da como creyentes la paz de la que Jesucristo habló, pues nos enseña que nada ni nadie puede detener o impedir el plan perfecto que Dios ha trazado para nuestras vidas. Aprendemos que nuestro destino no está en las manos de un jefe injusto, o de nuestro dinero o de un médico incompetente, no, mi destino está en las manos de mi Dios, mi Padre perfecto, amoroso, fiel y misericordioso, que transformará cualquier circunstancia para lo que El considera es mi bien.
Sin duda el tema de la Soberanía de Dios puede interferir con el concepto de oración y la eficacia de la misma en el cambio de las circunstancias, pero Jerry Bridges nos ayuda a comprender cómo ambos aspectos se entrelazan para ayudar al cristiano a transitar en este camino rudo de la vida.
Jacqueline Rodríguez de Escoto
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