La ingratitud es una de las armas más letales de nuestro enemigo. Nuestros hogares y nuestras iglesias están sufriendo horrendamente sus efectos. Mucho de lo que está mal en nuestra vida puede tener su raíz en la ingratitud.
Pero cuales actitudes pueden provocar la ingratitud:
- Expectavivas irrealistas: Confiamos en otras personas para que suplan nuestras necesidades físicas, emocionales y sociales en lugar de confiar enDios. Cuando esas personas nos decepcionan en vez de estar agradecidos por el inmutable amor de Dios y su fidelidad en cumplir nuestras necesidades, esas expectativas no cumplidas terminan por convertirse en un resentimiento que envenena nuestro corazón.
- Falta de memoria: la falta de memoria y la ingratitud van de la mano. Debemos recordar que El ha suplido fielmente nuestras necesidades y nos ha sustentado con su gracia. Dios nos manda a recordar su bondades.
- Presunción: Cuando comenzamos a pensar que nuestra casa, automóvil, ropa o cualquier situación o persona es menos de lo que nos merecemos, la ingratitud encuentra todo oxígen que necesita pqara proliferar. Nuestra cultura está plagada de un altísimo nivel de sentirse merecedor.
- Comparación: esto es llevar la cuenta de lo que tienen los demás y perturbarse por no tener lo mismo que ellos.
- Dejar de ver la gracia de Dios: Somos deudores, somos los que debemos. Las misericordias de Dios que se renuevan cada mañana (Lam 3:23) no son bendiciones que merecemos, sino la graic que proviene de la tierna mano de Dios.
Oremos al Señor para que nos perdone por olvidarnos a menudo de su bondad, por actuar como si merecieramos algo más de lo que hemos recibido. Oremos para que nos conceda un corazón que siempre abunde y sobreabunde en gratitud hacia El y hacia los demás.
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