Todos los creyentes necesitamos segundas oportunidades. Algunos necesitamos montones de oportunidades. Dios mira nuestros corazones y sabe si de verdad deseamos ser diferentes o si solo estamos hablando por hablar.
Cuando por fin llega un cambio duradero, una de las cosas más sanadoras es la evidencia de que se está rompiendo el ciclo de derrota al que nos arrastra el pecado. Sabemos que Dios está completando nuestro ciclo cuando nos volvemos a encontrar con la misma encrucijada donde anteriormente nos equivocamos tanto, pero esta vez optamos por tomar otro camino.
Por desgracia, los cristianos también pueden pasar por áreas de cautiverio mucho después de su conversión y Dios puede seguir probándonos en cierta área hasta que la aprobamos. Esto puede convertirse en un ciclo de derrota si lo que prevalece es la falta de fé. Ahora bien, cuando prevalece la fé se rompe este ciclo que nos mantenía cautivos.
Dios tiene una segunda obra altamente significativa que realizar en tu ciclo, quiere quitarte todo el oprobio. Dice Beth: “No conozco a una sola persona que de verdad parezca llevar la marca de la presencia y el poder de Dios en su vida, a la que Dios no le haya pedido que sea obediente de alguna forma altamente dolorosa”. Eso usualmente nos deja restos de oprobio.
Oprobio es todo tipo de sentimiento de vergüenza, toda sensación de que se nos desprecia, o de que nos hemos convertido en objeto de desprecio.
Amado amigo, si todavía estás cargando algún oprobio de tu pasado, del tipo que sea, necesitas saber que Dios esta esperando por ti. El quiere que recuerdes la cruz de Cristo, y levantes un monumento en honor a la victoria que te dio. Deja que Dios quite todo estigma de oprobio que creas que tienes puesto. Déjale que quite de tu vida esos trozos de tela vieja, los sumerja en la sangre de Jesús, y los aleje de ti para siempre.
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