El poder de nuestra lengua no es nada pequeño. La mayoría de nosotros podemos ser testigos de que la lengua humana tiene poder de matar todo tipo de cosas: relaciones, sueños, confianza. Gracias Dios quizá muchos de nosotros también hayamos disfrutado de palabras que dan vida, aliento, instrucción y exhortación.
Un elemento fundamental para aprender a caminar en los caminos de Dios es aprender a hablar por fe y obediencia. Santiago 3:2 afirma que una de las principales señales de un cristiano maduro es una lengua domada. Para tener una boca santificada tenemos que cooperar con Dios para recibirla. La idea es que cuanto más creemos la Palabra y después aprovechamos la oportunidad de hablar esa misma Palabra, más activamente vivimos y respiramos fé.
Esto se puede lograr : Leyendo las Escrituras, memorizándolas, meditando en ellas y comentando las verdades bíblicas.
Juan 15:7 dice : “Si permanecen en mi y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá”.
En el desierto de la tentación, Cristo dejó un ejemplo de como responder con la Palabra de Dios al encontrarse con la tentación por lo que deberíamos copiar su ejemplo.
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